Espiritu de C1b3rwall 2022

Crónicas de un asistente

La edición de este año de C1b3rwall comenzó para mí un 15 de marzo de 2022 cuando, uno de mis profesores del Master de Ciberseguridad que dirijo e imparto en el otro lado del charco que llamamos Atlántico, me comentó que daba una ponencia en el congreso. Fue la primera noticia que tenía, y aunque me moría de envidia, me alegré de corazón. A continuación me preocupé, porque si se hacía público me quedaría sin alojamiento en -3, ya que arrastro la herencia de un freelance arruinado y tendría que vender muchas estufas en primavera y llenar mil sacos de patatas para costear el hotel. Por fortuna, el Dos Castillas, situado frente a la Escuela de Policía Nacional, funciona de forma que no cargan el importe de las habitaciones, sino que solo reservan, por lo que si añadimos que podría vender sandías tempraneras, ¡podría incluso comer! A los dos días, la cuenta oficial en Twitter, @C1b3rwall, anunciaba que los días 21, 22 y 23 de junio serian los elegidos. Así que reservé y… ¡¡A sacar el extra para la comida!!

Los dias pasaban y no se abría la inscripción. Esto no era para nada tranquilizador, pero tenía un as en la manga: no recuerdo bien como ocurrió, pero le hablé de mi asistencia al congreso a mi compañera en la Escuela Internacional de Gerencia (EIG), y tras una reunión con el CEO, se decidió patrocinar el evento, por lo que estaba atento a cualquier noticia que proviniera de su parte. Su contacto en la Escuela de Policía Nacional era alguien que yo no conocía, que la trataba con una dulzura exquisita, atento a todas sus necesidades, sus dudas, sus inquietudes, con un teléfono directo para ella sola (supongo que compartido también con el resto de patrocinadores). Era, en definitiva, atendida con el máximo cariño.

Desde 2019 tenemos un canal de Telegram en el que unos cuantos van comentando todo lo que ocurre con cualquier noticia de C1b3rwall, incluidos los ponentes de entonces, y cuando se abrieron las inscripciones, fue un hervidero de aportaciones: que si te generaba un pdf, que si se colgaba, que se daba un error 403… Aquello sonaba a un DOS en toda regla, el servidor debía estar petado de peticiones y no era capaz de lanzar ni el encabezado del pdf. Incluso se habilitó un correo electrónico para aquellos que se encontraban en esa situación. En mi caso, me pilló tan liado que no miré Telegram hasta las 4 de la tarde, así que fui al enlace, me inscribí y se descargo la entrada, sin más. La metí en mi nube de Mega y una vez con ella en mi poder, llamé al hotel para preguntar si seguían teniendo mi habitación, y como se confirmó la reserva, anduve bastante tranquilo. Desde entonces, estaba pendiente a Linkedin y a Twitter, siempre que mis líos me lo permitiesen (tengo algunos de madrugada que me hacen estar zombi por las mañanas), por si veía un C4P donde enviar alguna ponencia, pero allá por el 10 de junio vi por Twitter que a algunos que ya se las habían aceptado, entonces ya habían cerrado la admisión de las mismas: había algunos supergrandes que publicaban sus imágenes de participación, aunque otros que también lo son no se habían hecho eco de nada. Con la máxima prudencia, contacté con uno de ellos empleando otro cliente de mensajería y me certificó que venía, con lo que el gozo sería fantástico. Mientras, en el canal de Telegram se iban incorporando más y más ponentes, al principio incluso no asistentes al evento, para después centrarse en los ponentes. Como anécdota, reseñar que cuando se incorporó Mario Guerra, observó que estaba también Emilio Rico, y no tardó en cuadrarse, porque había enviado la foto vestido «con lo que tenía a mano»… Qué suerte saber de grados militares y policiales: los paletos como yo solo podemos imaginarnos que han trabajado bastante cuando tienen muchos «rectanguilillos».

Recuerdo otro día singular, el 2 de junio, donde otro amigo, con el que compartí un buen momento en la Universidad de Salamanca en mi ponencia «Ingeniería Inversa, el patito feo de la Ciberseguridad«, me escribió via Linkedin avisándome que le habían aceptado para dar una ponencia en C1b3rwall… Eso es como tocarte el premio gordo de la lotería. Fijaos que me enteré cuando fui a comprar el pan, venía tan contento por el camino, escribiéndole que, al llegar a casa, descubrí que tenía los guantes cortos y el casco de la moto puestos, jajaja… Me había dejado la moto en la panadería y no me había acordado de conducirla hasta casa, jaja. Vaya tela.

El 15 de junio, via Linkedin, el amigo de otro gran amigo me confirmó su asistencia y, en cierta forma, se me fue la pinza. Es una persona a la que me interesaba conocer, ya que la referencia de la persona que proviene es óptima, de esas por las que pondrías la mano en el fuego y, aunque te quemaras, sabrías que es el mejor camino. Fue increíble, y aunque seguramente yo era «una persona más a la que saludar», intenté recuperar la cordura, cosa que no fue posible porque, al día siguiente, publicaron el programa casi definitivo y vi que no había información de las ponencias y talleres, por lo que creé 3 artículos con lo que podía contar sobre ellas (reconozco que tuve que hacer OSINT, vaya títulos raros se inventan, y luego hablan de los míos), uno para cada día y siendo ecuánime a todas ellas. Estuve tentado de marcar, de alguna manera, a las que yo iría pero, ¿y si ahora se llenaban hasta la bandera y me quedaba sin ver a mis mejores maestros? Así que me limité a hablar sobre ellas, estando completamente seguro que, analizando bien el contexto, muchos de los «ciberinteligentes» presentes se darían cuenta cual eran mis favoritas.

Fue una titánica tarea, con mil cosas que realizar además, corrigiendo exámenes de los alumnos y mil quebraderos de cabeza adicionales, pero hubo muchas personas que se manifestaron por Twitter y por Linkedin agradeciéndolo, y eso fue la mejor gratificación que pude obtener. Ya sabéis que con que haya una persona a la que le haya servido, ha merecido la pena, y en este caso, mínimo tenía 2 🙂

Organicé mis líos personales para irme 4 días de «cyberholidays», para no preocuparme en absoluto de nada. No pensaba ni llevarme ordenador, pero al final tuve que echar un convertible de ACER que me regalé hace ya 7 años, por su ligereza. Pero se quedaría en la caja fuerte del hotel, a lo sumo, nada de cargar con material que no daría tiempo a emplear.

El día 20 de junio sería un día largo, ya que debía acercarme a EIG para recoger los bártulos del stand (ya sabéis, siempre ayudo si se necesita); una vez en camino, debía asistir a un claustro On-Line de varios ciclos formativos de mi Escuela y menos mal que el soporte del móvil del coche es fantástico y la conexión superestable, con lo que pude asistir a todo él como si estuviera desde casa; y cuando llegara a Madrid, tenía una cita irremplazable con David del Olmo y con Carmen Luciano, los cuales me enseñaron su laboratorio forense, aparte de las últimas tecnologías en gafas 3D, detección de malware en móviles, y un largo etcétera. Me quedé a comer con ellos y, cuando llegó el momento, salí a por Elena Gozalo, mi compañera de la Escuela, que me esperaba a 15 minutos de mi anterior destino. Mi siguiente parada fue ir a buscar a Andrés Naranjo, The XXL-Man, co-fundador de Cosas de Hackers, pero para ello tuvimos que comernos hora y pico de embotellamiento madrileño: Desde luego, los de la capital tenéis el cielo ganado.

Alrededor de las 20.10 horas llegamos a Ávila, al hotel Dos Castillas. Qué cierto es el refrán de: «cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo». Los grajos no volaban, se arrastraban, jaja. Menos mal que hicimos caso a la cuenta de C1b3rwall en Twitter y nos trajimos ropa de abrigo, porque esas prendas nos acompañarían el resto de la estancia en la ciudad amurallada. The XXL-Man se metió «pa dentro» de la Escuela de Policía Nacional, ya que los ponentes tenían el privilegio de pernoctar allí y saborear así la esencia de la Escuela, con todas las anécdotas que les sucederían (algunas las conozco de segundas y no soy quien para contarlas).

Aprovechamos que aún había sol para acercanos a la Escuela de Policía Nacional e ir a montar nuestro humilde stand, donde salió a recibirnos H_Inspector, una de las cuentas más educadas de todo Twitter, ya que todas las mañanas saluda con unos «buenos días» y no te deja indiferente. Descubrí también que era quien había atentido a mi compañera en todo momento, con lo que el primer secreto se había desvelado ya y no cabía en mi pellejo de gozo: no podíamos estar en mejores manos, qué alegría más inmensa.

Colocamos en nuestro un pequeño espacio un roll-up, una mesita y dos sillas, en un pis-pas y quedó perfecto. Lo dejamos todo preparado para que al día siguiente solo tuviéramos que colocar el portátil y, ya que estábamos por allí, aprovechamos para recoger nuestras credenciales. Al salir vimos durante un fugaz instante a Casimiro Nevado, que supo reconocerme inconfundible y sabiamente (ya me catalogó en su día como «el que entra a todo trapo») y que aproveché para presentarle a Elena Gozalo. Justo en la misma estancia contemplamos cómo un grupo de voluntarios introducía meticulosamente el contenido en las bosas para los asistentes, con un cariño y una dedicación asombrosa. Lástima que no cogiera una bolsa de aquellas. El Espíritu de C1b3rwall estaba presente ya en aquellos instantes.

Para el martes 21 de junio, se esperaban algunas desvirtualizaciones importantes:

  • Israel Nadal, como profesor de mi Máster Internacional de Ciberseguridad, le tenía ya ganas. Se pegó la pasada de salir a las 4:00 am para estar a las 9:00 en Ávila.
  • David Morenas, que fue alumno mío del curso de programación de C# bajo NET Core. Otro grande con el que me llevo genial.
  • Me reconoció Santi_rey, un gran investigador que nos seguimos mutuamente por Twitter.
  • CapitanOSINT me hizo una foto por Twitter y la mostró al mundo. Posteriormente compartiríamos pupitre y le susurraría términos darkwebrianos.
  • El amigo de mi gran amigo que me contactó via Linkedin, del que no tenía foto pero dejaría que el Espiritu de C1b3rwall se encargara.

Este último caso fue excepcional, a las 8:38 le envié un mensaje y un poco más tarde me indicó que ya estaba por la Escuela. Aunque yo iba inconfundible (polo de rugby con la bandera de España, seguro que me habéis visto en las fotos), no tardé en llamarlo porque no lo veía… Hasta que salió y, tras identificarlo porque él tampoco se perdía, lo saludé, primero con el puño, luego la mano y terminé con un abrazo. No sé por qué, pero desde la pandemia tiendo más a abrazar (siempre que se lo merezca, por supuesto) con quien he mantenido contacto. Los que no, pues un buen apretón de manos (que por ahí no se contagia nada).

Tras la foto oficial en nuestro stand, vi a Vicente Aguilera, quien no pudo escaparse de dedicarme la coautoría de su libro Open Source INTelligence, y charlamos durante un ratito en el que le reconocí la admiración que le profeso (si alguien a estas alturas no lo sabe, es el creador de Tinfoleak, presente en Kali Linux).

Para ese día, tenía mi itinerario creado, que era:

A las 11:00, decidir entre el aula 15 con Pentesting de AD y el aula 7 con Pentesting de caja blanca. Al final, apliqué una solución salomónica: acompañé a mi amigo Alberto Gago al aula 3, donde me encontré una brillante ponencia de Daniel Vaquero sobre la autenticación en el correo. Así se zanjó el problema de la ubicuidad, jaja, y pasaba un ratito más con Alberto, que estamos pendientes de todo lo que hacemos por las redes e, incluso, tenemos la confianza de «tirarnos el teléfono», si hace falta.

A las 12:00, en el aula 6, tenía a Cristina Muñoz Aycuens, estancia que estaba hasta arriba de asistentes y, cuando entré, me tuve que sentar en el suelo. Escuché por unos momentos las técnicas que empleaba a la hora de realizar extracciones forenses, diferentes de las mías (no son mejores ni peores, sino diferentes), inmortalicé la escena y, por arte de magia, apareció una persona que aprecio mucho, Jesús Valverde, con quien aproveché para salirme del aula e intercambiar 3 años de impresiones.

A las 13:00, en el aula 5, no había casi dudas: el gran Mario Guerra Soto, del cual llevaba 2 libros para que me dedicara, nos presentó una atractiva ponencia sobre la inteligencia rusa y los grupos ciber que ella misma movía, algunos de los cuales supe reconocer (que no se entere). Tras terminar no dejé que se escapara y allí mismo tuvo que emplear la estilográfica, así como con los dos ejemplares que Alberto Gago también llevaba, jaja.

Ese día fue también raro, al principio pensé que se trataba de una broma, porque estando en C1b3rwall alguien había pensado hacernos alguna gracia pero luego, como ha habido un contacto posterior, no creo que haya sido tal. Tres personas de mi empresa recibimos un correo electrónico, con dominio proton.me. Yo lo ignoré, como hago en miles de ocasiones; pero dos compañeros no lo hiceron, ya que firmaba «como» un superior nuestro (jaja, llega a ser real y me mandan al cuarto oscuro); a uno de ellos le quería sacar las claves de su Whatsapp, al otro, que ¿le comprara una tarjeta de Google Play? Con este, viendo que era «la estafa del CEO«, con el mensajito que estaría fuera unas horas pero era urgente que le hiciera esa compra en un supermercado, me puse a los mandos de su pc y quería enviarle un «regalito» envenenado, jajaja (por favor, que suelo ser bueno -y casi tonto- pero cuando veo al mal me transformo y creo que soy más malo que ellos), aparte de trincarle la dirección IP a través del PC (se me ocurren mil cosas que hacer con ella), pero no me dio tiempo y se fue antes que se lo lanzara. Creo que percibió el cambio de actitud, jaja, o las ganas que le tenía de fundirlo. Luego, gracias a la inmensa colaboración de una alumna, Marta Rivera (que alguien le haga llegar el agradecimiento, por favor), estuvo ayudándome a investigar el asunto; y allí me conoció Alejandro Tarriño Escudero como Perito Informático, analizando si podía proceder de su taller el intento de phishing. Casi realizo una Pericial en la Escuela de Policía Nacional, jaja. Terminé dando el aviso a todos mis compañeros de empresa y con unas cuantas conversaciones al más alto nivel.

En el descanso, nos salimos todos a un pequeño jardincito que comunicaba el pabellón de los oficiales con el de las aulas, y compartimos buenos momentos Jesús Valverde, Andrés Naranjo, Alberto Gago, David Soto y un servidor. Luego terminaría apareciendo más gente, directivos «pesados» de la vetusta Telefónica (de cuyos nombres es imposible acordarse, ya que no me sonaban de nada). De la comida se encargó la Diputación de Ávila, que nos sirvió un sandwich, una ensalada de pasta, una botella de agua, 2 melocotones y dos sobaos pasiegos (al menos ahorraría algo para el combustible «de la vuelta»). También apareció una ciber que nos dio protectores de cámara para nuestros portátiles, que había pasado por Telefónica hacía años. En el sur esto es inaudito, pero por lo visto, en Madrid es lo más habitual: todo el mundo ha pasado por esta empresa de una forma u otra.

La sesión de tarde se presentaba con una seria dualidad: había ayudado a Sonia Fernández Palma con su exposición en una mesa redonda (sin que ella lo sepa, estoy completamente convencido que no le habría hecho falta para nada: es una cyberwoman de tomo y lomo), y quería dedicarme esa intervención, pero coincidía con la ponencia de Carlos Seisdedos y con la de Javier Espejo (la idea de su sandbox me seducía por completo), y no sabía muy bien cómo hacerlo. Así que para tener los escenarios localizados, me dirigí a la sala de Congresos, que estaba mucho más allá del auditorio, y observé que a la izquierda se situaban 4 mujeres que charlaban animosamente. Comprobé la sala y en un instante me encontré a una de ellas justo a mi lado.

Le dije: «Ya no reconozco las caras de nadie», con plena alusión al trauma de haber estado tanto tiempo con mascarillas, y continué con «¿cómo te llamas?», mientras le tomaba su identificación.

«Soy Sonia», me dijo. «¿Y tú?», le dije mientras le daba un par de besos «traseros» (son besos un poco más retrasados de la mejilla).

«Soy Alejandro», le dije. Tardó un instante en darse cuenta, de ahí que lo inmortalice en este escrito.

«¿Tú eres mi Alejandro?», me preguntó mientras me abrazaba más fuerte, teniendo en cuenta que también soy un poco más alto que la media y a todo el mundo le cuesta llegar a estas altitudes.

«Sí, soy yo», le susurré al tiempo que la abrazaba también con más fuerza.

Y así permanecimos un ratito, un abrazo inmenso. De esos que se te marcan de por vida.

Luego me presentó a las intervinientes en su charla, nombres que intenté retener pero que no me fue posible (a estas alturas tengo memoria de pez con los nombres), aunque sí recordaba a una chica de OnRetrieval, con dos de sus compañeros con los que intercambié algunas opiniones muyyy interesantes.

Me fijé en la hora, faltaban 5 minutos para comenzar la ponencia de Carlos Seisdedos, y aunque intenté llegar cuanto antes, 4 agentes me impedían el paso: había llegado tarde y el aula estaba completamente llena. Me ofusqué un poquito, estaba claro que Carlos llenaría hasta la bandera, pero quedarme fuera, ofú. Me fui al stand de EigBusiness School, donde estaba mi compañera Elena Gozalo, a preguntar qué tal iba todo, y al poco tiempo, me dirigí hacia la sala de Sonia, no sé muy bien por qué. Al llegar, escuché cómo se encontraba en plena exposición del texto que habíamos trabajado, así que me senté cerquita para verla bien y, ¡qué maravilla escuchar de su voz mis propias palabras! Al final cumplió su promesa y me inmortalizó, sintiendo en mi nuca la mirada de los presentes. Si hubiera entrado en la de Carlos Seisdedos, me lo habría perdido. Para que veáis que El Espiritu de C1b3rwall tiene recursos caprichosos para encarrilar los acontecimientos.

Aunque la mesa redonda de Sonia terminó antes de tiempo, ya no pude asistir a la de Javier Espejo: me quedé con las personas allí presentes, disfrutando del fantástico momento que vivían, inmortalizarme con Sonia en una instantánea que guardo para cuando sea ella la más importante del evento y exponga en el Auditorio; y luego recogí a mi compi de su stand, para marcharnos al hotel, ponernos más cómodos y dar un paseo por la ciudad de Ávila.

Aquel día había un Hack&Beers en una calle muy céntrica, y aunque intenté darme de alta, la web no quería hacerlo. Acompañamos a Isra Nadal & esposa y David Morenas a la puerta, pero para que mi compañera no se aburriera con charlas del submundo, nos fuimos a pasear, encontrándonos en una de esas situaciones también raras: reconocí (porque había memorizado su rostro) a Nuria Prieto, a la cual no dudé en abrazar (ya me pasó, en un Hack Madrid, en 2019, que la vi, no me presenté y han transcurrido 3 añazos hasta que hemos vuelto a coincidir), pero continuamos nuestro camino abulense hasta que nos sentamos en un bar donde servían tapas con las bebidas; no eran demasiado grandes pero acompañaban bien, y en un rato juntamos nuestra mesa con la de Israel y David, que volvieron a la civilización porque el H&B estaba a rebosar de gente. Se tuvo que vaciar bastante porque nuestra mesa se convirtió en longaniza, con 15 personas más.

El miércoles 22 el Espíritu de C1b3rwall tenía planes distintos para mí: puedes tener una planificación, pero si el Espíritu te quiere en otra parte, no hay nada que puedas hacer.

Mi itinerario de ponencias era:

A las 10:00 horas, quería ver a Iván Portillo y a Manu Guerra. Tuve que decidir entre los dos, y al final me decanté por Manu, ya que imparto en la Escuela Internacional de Posgrados una asignatura llamada «Investigación en la Deepweb y Darkweb», en la que enseño a los alumnos las distintas DarkNets como jamás nadie se las podría enseñar, desde el punto de vista de un programador (que se ha estudiado el código fuente de cada una, encontrando siempre cosas interesantes). De paso, me llevé el libro de instalaciones fotovoltáicas que Manu sacó recientemente, para que me lo autografiara, apareciendo por su aula 30 minutos antes de la cuenta (la experiencia de quedarme fuera de la ponencia de Carlos Seisdedos me marcó como a las vacas). Comenzamos 5 minutos antes porque, total, ya no cabía nadie más, y tuve la inmensa fortuna de sentarse a mi lado CapitanOSINT, ¡jo qué grande es el Espíritu de C1b3rwall!. Curiosamente, mientras charlábamos, la impresión que recibía era como si hablara con alguien conocido… ¿Es que mi neurona ha perdido gas y no recuerda personas? Disfruté de la ponencia como nunca, porque todo lo que hablaba lo conocía perfectamente, incluso pude realizar «preguntas pecadoras» que dieron lugar a elucubrar tareas chulas para mis alumnos. El Espíritu de C1b3rwall también quiso que el compañero de Manu para esa charla no pudiera conectarse, se le caía cada 3×4 la conexión, por lo que cuando tuve que marcharme, estoy seguro que conectaría sin mi presencia con el aula de Manu.

A las 11:00 horas, lo tenía claro desde el principio: mi elección era Alberto Gago, y otra vez vino el Espíritu de C1b3rwall para disfrutar al máximo del momento: Sonia Fernandez, Emilio Rico, conocí a Agustin Valencia Gil-Ortega, coincidí con Javier Gavilán, compañero de pericias y lides formativas… Fue una ponencia apoteósica, donde la disfrutamos en toda su extensión, los «CIBERCIMIENTOS».

No la pude terminar, tuve que marcharme 10 minutos antes, para disfrutar de la ponencia apoteósica de Emilio Rico, a las 12:00 horas , «EMOSIDO ENGAÑADOS». Había quedado en que el primero que llegara al aula reservara sitio para los demás, porque también estaría hasta los topes… Pudimos entrar todos los que estábamos en la conferencia anterior, pero por los pelos. No diré nada de la ponencia, había que estar para vivirla. Pero, posiblemente, Emilio haya sido de las personas que El Espiritu de C1b3rwall le haya cambiado la vida. Recordad: con que haya uno ya merece la pena, y hubo más de uno.

Y, tras ella, quedaba la de las 13:00 horas, pero mi amigo de Linkedin propuso si nos íbamos a comer… Iba con él otro amigo, muy silencioso, pero inspiraba confianza. Y el Espíritu de C1b3rwall, que es posiblemente el más sabio que existe, volvió a aparecer: le dejé hacer, sin resistencia, y… ¡¡menuda comida y merienda!!! Para aquella tarde recuerdo que había 5 ponencias a la vez que me habría gustado asistir, pero estuve entretenido hasta la noche. Como anécdota, la que me dijo mi compi Elena: Ale, estaba a punto de llamar a la Guarda Civil, porque habías desaparecido. Ciertamente, había puesto el móvil en silencio.

La sensación es parecida a la que podéis tener cuando os reencontráis con alguien que conocéis de toda la vida, no existe el tiempo ni tampoco el cuidado a la hora de medir las palabras, eres tú mismo, sin tener que ocultar nada de lo que eres. Existe una tranquilidad adicional, puedes hablar de lo que encarte, y eso fue lo que aconteció.

Desde luego, un día increíble. Incluso conseguí, casi al asalto, que mi amigo Carlos Seisdedos autografiara su libro de Open Source INTelligence, ya que veía que se me escaparía, jaja. En el hall del Dos Castillas fue finalmente, ¡qué escurridizo es!

Por la noche tuvimos la cena «de San Juan -1» en el restaurante Sanjuaniego, organizada por @esferared (fue quien más caña estuvo dando, preguntando por los asistentes a la cena desde el principio. Luego se le unirían más, pero el reconocimiento ha de ser hacia el que más dió y convenció) donde nos pusimos «púos» de ensalada, alitas de pollo, carne en salsa, costillar y un delicioso postre de flanes con nata y pudding. Echamos unas risas increíbles con David Soto, Emilio Rico, Andrés Naranjo, David Morenas, que fueron los que estuvieron a mi alcance. También desvirtualicé a @ubidragon, que sabía que venía pero que no había tenido la ocasión de saludarlo hasta ese momento. Tuve la fortuna de conocer, de la forma más sorprendente posible, a Érica Aguado, que supo reconocerme por mi nick de Twitter en el lugar más inverosímol posible, y durante dos instantes fue suficiente para saber que tiene una personalidad genial.

El jueves 23 mi agenda también saltó por los aires, jaja.

Mi punto de encuentro era el stand número 22, donde se promocionaba nuestro Máster de Ciberseguridad de EIG y que siempre podrías encontrar a Elena Gozalo sonriente para atenderte. De ahí siempre partí hacia las aulas, pero ese jueves me llamó Luis Diago de Aguilar, al que anteriormente le había dado mi teléfono, para que por fin pudiéramos desvirtualizarnos después de su meterórico ascenso al Valhalla de los grandes y me alegró muchisimo verlo allí. Hablamos un ratito de una persona que tenemos en común (y que ahora no es cuestión de nombrarla no sea que le estén zumbando los oídos hasta Navidades, jaja) y nos congratulamos de todo lo bueno que les está ocurriendo.

Ni la ponencia de las 10:00, Memory dump analisys (que me encanta hacer estas travesuras, jaja) ni la de las 11:00, Web Scrapping (otra travesura), fue posible asistir. Tuve el inmenso honor de acercarme a la cafetería de oficiales, dado que a uno de nuestra comitiva lo dejaban pasar «hasta la cocina», coincidiendo allí con Carlos Seisdedos, Andrés Naranjo, Vicente Aguilera y algún que otro ponente que, otra vez, el Espíritu de C1b3rwall se encargó de disponer.

En el camino de vuelta, vi a lo lejos a Ramsés Gallego, una de las personas que me quedaba por saludar. Qué alegría más grande, que de nuevo el Espíritu de C1b3rwall me lo trajera en persona. Quería asistir a su ponencia en la sala VIP. pero claro, no era ni eminencia ni ponente ni nada de nada, por lo que el encuentro me supo a gloria, al menos para intercambiarnos un buen abrazo y saludar a un compañero suyo, del que a estas alturas intento recordar su apellido pero la neurona no quiere funcionar hoy (ni nunca, jaja).

En mi planning figuraba, a las 11:00 horas, Andrés Naranjo, cómo no, en el Aula 9. Tuve que batallar de lo lindo en casa porque quería verlo en vivo, ya que después de recogerlo y de haber estado intercambiando momentos en todo el congreso, era lo mínimo. Arrastré al aula a todos aquellos que pude, fue un honor verlo en directo, ya que – por circunstancias del destino y quehaceres de la vida – me pierdo todos los programas de Cosas de Hackers que realiza, y lo disfruté, como diría TheXXL-Man… ¡¡¡¡a coste cero!!!!

Sabía ya que me quedaban minutos, me tenía que marchar aunque no quería, se me había hecho tan corto todo… Cuando abandoné la sala de Andrés Naranjo, mis dos amigos del día anterior, se dirigían a la sala de Congresos. En su camino me encontré a Pablo San Emeterio, que pude entrechocar las manos fugazmente. No suelo aprovecharme de las situaciones, pero en ese momento estaba Ramsés Gallego trasladando a los asistentes a C1b3rwall 2048 y me preguntaba si podría verlo, aunque fuera de lejos. Aproveché la coyuntura y un «vengo con él» fue suficiente para entrar y sentarnos en tres sitios libres, observando al gran Maestro meter a toda la audiencia en su bolsillo. IMPRESIONANTE.

Al finalizar su ponencia, llegó el momento de las despedidas, vi a Alberto Gago (que al ser ponente tenía más privilegios que los asistentes rasos) sentado estratégicamente en la sala de Congresos, y vino a despedirse. Es demasiado tiempo entre C1b3rwalls, demasiado… Ojalá sea un congreso anual, no trienial, como ha ocurrido hasta ahora. Me despedí de mis amigos, no son «conocidos» porque «conectas» de una forma diferente, compartes trozos de experiencias, similares pero distintas, y el Espiritu de C1b3rwall hace el resto.

Al terminar, me dirigí a la parte de atrás del escenario, a ver si por casualidad podía coincidir con Mónica Valle, la presentadora del evento, y justo estaba Ramsés grabando una entrevista, derrochando esa emotividad que le caracteriza. Me quedé un ratito allí observándolo, qué grande y magnífico es. Y cuando me vio, se acercó a saludarme de nuevo. Recordaba algunas cosas que he publicado en redes, síntoma inequívoco que el Espiritu de C1b3rwall, precedido por una semilla que plantó otra gran amiga –Marga Robles– en Granada en septiembre de 2018, actúa durante todo el tiempo, no solo en el congreso. Y, de pronto, apareció Mónica. Nos hicimos la foto que ya se compartió en redes y pude, por fin, marcharme a casa «más contento que unas Pascuas».

El día no terminaría ahí porque me siguen ocurriendo cosas extraordinarias, pero este artículo sí lo hace, creo que me he extendido demasiado. Sólo quiero mencionar a los que me he perdido de saludar, como Lorenzo Martínez, de Securizame; Nuria Lago García, que hablamos por Telegram pero nunca supe donde fue su ponencia hasta que sucedió; Fernando Mairata de Anduiza, que me lo crucé, nos levantamos las cejas pero en ningún momento pensé que era él (las fotos no se ajustan a la realidad); David Marugán, que lo vi como asistente atento de Andrés Naranjo, pero en ese momento reaccioné tarde y no pude intercambiar más que un saludo; Silvia Barrera, con la que estoy condenado a no cruzarme en mi vida, a pesar de tener áreas comunes relacionados con la ciberseguridad; Mikel Rufian Albarrán, con el que no hubo forma de coincidir; Josep Albors, a quien admiro por la inmensa labor que realiza a lo largo y ancho del mundo; Maite Moreno, que me traje su libro pero me lo llevé de vuelta sin autografiar, no supe reconocerla entre los ponentes; David Meléndez Cano, los drones me impidieron verlo; Jorge Louzao, al que le traía un cupón de bocadillo de pulpo (anécdota de C1b3rwall 2019) pero me lo tuve que llevar de vuelta; Pedro Candel (AKA S4ur0n), el cual siempre me ha inspirado tras verle hacer cosas de ciencia ficción (bajo el criterio: si él puede, yo también, jaja); José María Blanco, el cual no da puntada sin hilo y resulta interesante escuchar lo que nos trae el presente; y estoy seguro que alguno más se me escapa: quería ver a demasiados m43str0s.

Dedico un párrafo a aquellos que, gracias a El Espíritu de C1b3rwall, no saludé, y quizás hubo ocasión de hacerlo: como yo digo, ojos que no ven, corazón que no siente y que cada palo aguante su vela, jajaja.

Posiblemente, haya publicaciones sobre lo que aprendí en este C1b3rwall, pero contenido técnico que, ya sabéis, será infumable, como con el que torturo a los miles de alumnos que pasan cada año por mis manos. Espero que un día de estos sea mejor profesor y no salgan los alumnos traumatizados por la forma de transmitir que tengo.

Y también daros las gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí, seguro que ha sido una ardua tarea, infumable y pesada, como todo lo que escribo.

Nos vemos por las redes, o en C1b3rwalll 2023.

Un abrazo a todos.