Tres años han pasado desde -posiblemente- el mejor congreso nacional de Ciberseguridad al que haya podido asistir. Tres años que se hicieron largos como ellos solos, con una pandemia de por medio que se llevó a decenas de seres queridos; también cayeron amistades interesadas, de esas que se arriman al sol que más calienta, y que no tardas en darte cuenta, y cuando ven la oportunidad de pegarte la zancadilla o la puñalada, te la dan, pero al final no dejar de ser vapores en la niebla; en mi caso, se marchó, para no volver, la empresa a la que en aquella época le daba mis esfuerzos, mis quehaceres y mi vida. También llegaron personas que, con el transcurrir de los días, se hicieron importantes, y por las que -junto a las que se fueron al séptimo cielo – doy gracias a Dios todos los días.
Ahora estamos en las puertas de un nuevo Congreso C1b3rwall, su segunda edición, en el que siento que va a ser tan diferente como el primero, y que todos los que asistiremos, prestaremos especial atención en memorizar cada segundo que pasemos entre los muros de la Escuela de Policía Nacional, cada persona que saludemos, cada ponente que conozcamos, cada conferencia / taller que visitemos, cada instante que vivamos… Por lo que pueda pasar, no sea que la duración no sea anual, sino trienal (Dios no lo quiera), para que nuestra memoria capture cada momento en nuestra alma. Se percibe ya en el ambiente, el Espíritu de C1b3rwall es tan palpable como ocurrió en la primera edición.
Reservé alojamiento mucho antes que se anunciara, porque existían susurros en las redes que en 2022 podríamos volver a Ávila. Y justo hoy, a la hora de escribir estas líneas, no puedo sino esbozar una sonrisa: sin duda, C1b3rwall ha sido un evento que me ha marcado de por vida, y lo seguirá haciendo, con el carácter que imprime quienes lo organizan.
En esta ocasión, voy con los deberes hechos: son 3 días catalogados como “ciberholidays”, es decir, vacaciones totales, hechas para disfrutar al máximo, sin cargas de trabajo, ni siquiera un portátil que llevarme. Mi móvil, un powerbank y un teclado bluetooth inalámbrico de 86 teclas (para escribir en el móvil, con teclado, todas aquellas ideas y conceptos que susurren los más grandes, los elegidos que han sido seleccionados para formarnos), 5 libros para que me los firmen unos autores que aprecio de corazón, la típica ropa para estar 3 días lo más cómodo posible, e infinitas ganas de abrazar a un montón de buenas personas con las que he mantenido contacto por Linkedin, Twitter, Whatsapp y Telegram desde la primera edición. Es incluso posible que haya algún alumno, de los miles que desde 2019 les he impartido las más variadas materias y les he desvelado secretos guardados a buen recaudo pero que, como reza mi perfil de Twitter: “el conocimiento que no se comparte, se pierde”.
No habrá siquiera tiempo para estar solo, compañeros de trabajo (¡qué bien suena!, durante 29 años fui un freelance errante, pertenecer a algo más grande que yo es un sueño hecho realidad) también acuden al evento, y sé que debo de estar con ellos, al menos que no se sientan desplazados del ambiente ciber, porque nuestro hábitat es distinto al de cualquier sector. Desde el “nos conocemos todos” al “¿cuánta gente te conoce?”, es una de las expresiones más utilizadas en mi Escuela, y es bueno que sea así, no te da la impresión de ser un minúsculo grano de arroz en el cobertizo del Universo.
Revisando el listado de ponentes y ponencias, de las casi 100 que ofrecen, he conseguido reducirlas a 40: algunas por interés profesional, otras por ver cómo han avanzado en conocimiento a amigos que lo ofrecen a todos los asistentes… Pienso que son demasiadas, cuando salga el programa definitivo tendré que seleccionar, y estoy seguro que pondré por delante la persona antes que la disciplina, salvo aquellos que ya saben que no podré estar en las suyas, por tener que marcharme antes que termine el evento: el mundo real no puede esperar más allá de unos días de ausencia.
Voy también con la absoluta tranquilidad que te da el no tener que impartir ponencias ni nada por el estilo, sino solo disfrutar: del viaje, de las personas, de la ciudad, de sus gentes y del Espíritu de C1b3rwall, que está esperándonos a todos para acogernos y hacernos partícipe de lo que representa. Y, por supuesto, de quemar las redes, como siempre hago: para los que os quedéis sin ir, permaneced atentos a mi Twitter, @Kirzahk.
Nos vemos en Ávila.